Lecturas para el alma, la meditación y la risa

Lecturas para el alma, la meditación y la risa
Por: José Francisco Martínez Ortiz

martes, 16 de agosto de 2022

Por oir consejos.

 Punto de Vista. Reconocer no es conformarse. Por oir consejos –

En días atrás en estas páginas traté el tema buscando un culpable, lo que es inherente a los seres humanos, un mecanismo de defensa a ultranza y casi siempre tratando de encontrar la causa del problema en el otro. Algunas ideas sobre el asunto se plantearon como resultado de la experiencia en el estudio y comportamiento de esa afirmación. Con el propósito de confirmar esa idea te propongo reproducir algunos fragmentos de uno de los cuentos de Las mil y una noches. Encabeza la introducción una frase anónima que dice: Busca y hallarás cosas preciosas. De esa página he tomado el siguiente párrafo: ...Sorprender y deleitar con anécdotas jocosas, burlescas, elegiacas, trágicas, lúgubres y lacrimosas hacen del humano narrador un buscador de todo cuento exquisito para distraer la melancolía y el hambre...

El cuento seleccionado: Fabula del asno, el buey y el labrador.

“Un día entre los días, mientras contemplaba el juego de sus hijos más pequeños (el labrador) oyó en el corral vecino hablar a un buey y un asno. Prestó atención y he aquí lo que decían los animales:

—Come, come, amigo asno — exclamaba el buey—; come y que te haga buen provecho! No puedes quejarte de la vida que llevas; te dan buena cebada, haces con tranquilidad la digestión, te limpian la piel para que brille y luzca, y si no fuera por los pequeños paseos en que llevas a lomo a nuestro amo, tu vida sería una ininterrumpida ociosidad. En cambio yo, cuando no estoy tirando del arado en las tierras de labor, tengo que ir con el carro al molino o a recoger la cosecha. Me alimentan mal y la aguijada se clava constantemente en mis ancas. ¡Como envidio tu suerte hermano asno! A esto el asno replicó:

— No debes quejarte, hermano buey. La culpa de todos tus males la tienes tú mismo. Si cuando van a uncirte al arado, empezases a repartir cornadas y coces y te echas al suelo, ya verás como dejarán de tratarte con la dureza de que te quejas. Hazlo desde hoy, rebélate, no seas manso como son todos los de tu raza, y verás como la vida cambia para ti. Al día siguiente, cuando el mozo de labranza se acercó al buey para uncirlo a la carreta, el animal empezó a mugir y a tirar cornadas a diestro y siniestro, el criado no pudo dominarlo y fue a contar el caso al amo.

Este recordaba perfectamente la conversación sostenida el día anterior por los dos animales, comprendió que la rebeldía del buey se debía a los consejos del asno.

Ordenó al criado dejar al buey en la cuadra; en su lugar colocar el asno y no dejarlo descansar. Así lo hizo el criado; el asno trabajó todo el día al terminar la tarea estaba ya rendido que no podía estar en pie. El buey en cambio había pasado el día excelente; comió bien y no trabajó nada. Se apresuró a expresar el agradecimiento al asno por sus buenos consejos. El asno por su parte murmuraba “Bien merecido tengo lo que me ocurre”. Llevaba una vida tranquila y por imprudente me veo sometido a la dura condición del buey.

Al día siguiente de nuevo el asno al trabajo extenuado y con hambre. El hombre quería conocer lo que hablarían los animales.

El asno tirado en la paja, le dijo al buey:                                          

— Voy a contarte una cosa interesante amigo buey, esta mañana oí decir a nuestro amo que si seguías sin poder ir a trabajar, te mataría, para lo cual ya había hablado con el carnicero. El buey espantado por aquellas palabras, lanzó un sordo mugido y anunció:— Me siento bien ya, después de estos dos días de descanso y mañana podré ir al trabajo... Luego entonces no permitas que otros piensen por ti. Tú puedes.

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