Punto de Vista. Reconocer no es conformarse. El cuento de hoy. De la Serie Cuentos variados.
No diré posiblemente, afirmaré que en toda la comarca, rica en tradiciones, de prolíferos escritores, de anécdotas y fabulaciones cargadas de humor sobre isleños, no ha existido alguna persona que supere las ocurrencias de Beltrán, pues su vida misma era una ocurrencia, de ello dan muestras quienes lo conocieron y sus hijas. Bien daría un libro, que no conozco si alguien ha escrito sobre sus jaranas, chistes y en sí, sanas y alegres ocurrencias. En el espacio de ayer traté dos de ellas, pues en cualquier lugar de este “lindo Cabaiguán” es muy fácil escuchar comentarios sobre sus cosas.
Hoy les ofrezco de las tantas una que ha
tenido decenas de versiones y por supuesto no faltan quienes hasta juran que
conoció de ellas. Tenía una camioneta, la lleva a unos mecánicos amigos para
una reparación, conocedores de sus locuras acondicionan un desecho volante (
timón ) y lo acondicionan al lado contrario del conductor. Ni más ni menos
algunos ubican el hecho en la lo
ma del rio
Zaza en el estrecho puente del Saltadero, familiares allegados lo refieren
camino a Punta Diamante, por la carretera central, es posible ocurriría en
ambos lugares.
Recoge una
señora de cierta edad de botella, a poco andar inicia la conversación, para lo
que era fácil, le muestra el timón que a la viajera le resulta extraño, ya
apercibido de ello, le comenta: — señora, no se extrañe con ese timón, está ahí
porque padezco de unas cosas que me dan y pierdo el control y no puedo
manejar—.!no me diga, y le pasa frecuente?. Si, últimamente bastante, pero no
se preocupe yo me doy cuenta cuando me va a pasar.—ahhhh bueno eso es
diferente, porque eso debe ser del carajo!. —y cómo le empieza señor?.
—Mire, como
una picazón en la cabeza, me da por rascarme, se me nubla la vista y
así..—seguro usted para el carro enseguida que se siente algo. —no que va pa
eso está el timón ahí, le aviso al acompañante y seguimos, por eso siempre
recojo alguna persona. —No averigua primero si sabe manejar—? —no hombre no,!
Imagínese usted si yo al montarla le pregunto eso.— tiene razón, es verdad.
La mujer
comienza a hablar en voz baja. —Qué hace, usted habla sola?, — no hombre, no !,
estoy rezando porque no le pase nada. El silencio en el transcurso del viaje,
la mujer lo mira, le observa todos los movimientos no dice palabra.
Un pequeño
giro, las manos a la cabeza, se rasca una y otra vez, la mujer comienza a
sobresaltarse, toma la agarradera de la puerta, el le dice: no toque eso si la
puerta se abre se caerá. De pronto, tome el timón, rápido que no veo, pero
dele, maneje, maneje, hace como que va a soltar el del y le lleva la mano al
otro timón. Pare, pare, yo me quedo aquí, hasta aquí yo venía. —dele, dele verá
que sabe manejar. En medio de la tragedia al fin la vieja agarró el timón con
las dos manos, el intencionadamente hacia algunos giros. Mire palante, siga,
siga gracias a Dios que maneja bien. Va deteniendo la marcha, hace como que se
recupera. — Espere a quedarse bien, ya me siento mejor manejando, es verdad que
en caso de apuros pasa cualquier cosa.