Punto de Vista. Reconocer no es conformarse. El cuento de hoy.
Por el
batey de La Larga, después de la fiesta del barrio, la Niña, como se conoce a
la hija de Guancho y Cuca, ha compartido con un joven, vecino de un pueblo
cercano y han bailado y conversado quedando verse de nuevo y en la casa de la
muchacha, ella parece embullada con el recién conocido, del que entre otras
cosas pudo apreciar su afición por comer frituras, lo que hacía al término de
cada pieza dirigiéndose al kiosko del chino que las ofrecía acabaditas de freír
y de las que se comía seis o siete de cada vez. Otro detalle resulta el nombre
con el cual lo conocían; el rápido. -Quién sabe por qué, ya tendré tiempo de
saberlo—pensaba la guajirita—.
El domingo
siguiente, lo prometido, se aparece el rápido en la casa de la Niña, para pedir
la mano y comenzar la relación. Es conocido la tradición en los campos las
visitas se hacen sillón al lado del sillón y por supuesto la vieja próxima en
un taburete aprovecha el tiempo en zurcir alguna ropa, algunas tejen y ahí
entre bostezo y bostezo velan a la pareja, no falta la mirada por encima del
bifocal y cuando lo consideran necesario, la correspondiente garraspera, como
quien dice: ..qué pasará que están tan calladitos ?. La vieja conocedora del
gusto del rápido por las frituras ha preparado una masa para ofrecerle al
visitante unas frituras como ella sabe hacerlas y los alerta que va hasta la
cocina para freírlas. Guancho permanece en la puerta del comedor disfrutando de
un buen torcido criollo mientras la mujer le comenta sobre el visitante,—Mira
viejo, tú sabes que ahí está ese jovencito enamorado de la Niña, dicen que se
llama el rápido. Yo veo algo raro, la Niña que tú sabes que es muy tranquila
está inquieta, la vi como si el sillón tuviera santanicas, se movía de un lado
a otro, estaba calladita y cuando miraba para ellos se echaba una sonrisita que
no me gusta.
—Ahhh
vieja, no me acabas de decir cómo se llama?. La sartén al fogón, las frituras
acabadas de hacer, doraditas y calentitas en bandeja para la visita.
La señora extiende las olorosas golosinas y
pasa las manos sobre la frente de la Niña que muestra el cabello regado,
mientras el rápido come una tras otra, la futura suegra se dirige a la cocina
para ofrecerle una taza de café, acabado de colar.
Satisfecho el visitante por el brindis;
—Señora que clase de cocinera es usted, esas frituras de bacalao están
deliciosas!. La Niña, que sabe de que están hechas, se sonroja y apenada le
dice: Cambia de mano, rápido que son de ñame.