Lecturas para el alma, la meditación y la risa

Lecturas para el alma, la meditación y la risa
Por: José Francisco Martínez Ortiz

sábado, 23 de julio de 2022

A bajarse, llegamos hasta aquí.

 

Reconocer no es conformarse. A bajarse, llegamos hasta aquí.

El cuento de hoy, basado en hechos reales.

El camión Rojo-Negro de finales de la década del 50, ya viejo de tanto ir y venir, desde Santiago de Cuba hasta la región occidental, ha requerido en estos más de 60 años, varías intervenciones, ha necesitado chapistería, rectificación de medidas de diferentes componentes, pintura y otras modificaciones, al decir de mi abuelo, una vieja con colorete. Así en la actualidad una vez más se enfrenta al largo viaje, en condiciones adversas, entre ellas el alto precio del pasaje, un reto fuerte para el viajero.

Las difíciles condiciones de la vía en la región oriental, profundos y abundantes baches, tránsito excesivo de quitrines, riquimbiles, traslado de ganado o este encima de la vía, por falta de cercado en los potreros, no hay garantía para meriendas y comidas, en las terminales no existen puntos de venta de gastronomía, en algunos lugares como la conocida “terminal vieja” de Sancti Spititus en las tardes puedes encontrar una pequeña tacita con algo que le dicen café por solo 10 pesos y pan con algo a 25, en la terminal nueva, donde no hay acceso al público ni al transporte alternativo dos tiendas por MLC. Y en los que fueron los “conejitos” a precios módicos, ahora pertenecen a los nuevos actores económicos y baños “rentados” en los que eliminar el deseo de orinarar te cuesta 5 cup. Otro serio inconveniente es la no disponibilidad de combustible en las pistas conocidas como Oro Negro y en otros casos largas colas para, si abastecen, y si todo no es para los carros estatales, El conductor dispone de un equipo de “apoyo” que se encarga de captar viajeros y ofrecerles información a los aspirantes, viaje cómodo, rápido y seguro, más bien como el filme Rápido y furioso. Sobre lo seguro del recorrido no hay mucha confianza. Ante el deprimido transporte nacional, no hay más remedio y alternativa que montarse en el carro rojo-negro y correr el riesgo. Ya con una multitud heterogénea en edades y condiciones económicas, entre paquetes de dudoso contenido se hace complejo el viaje.

A poco se detiene por una repentina avería, un viajero asegura ser ingeniero y se ofrece a la tripulación para resolver el problema. Comienza la preocupación colectiva, algunos se quejan, otros lamentan haberse montado en ese carro, se sienten engañados, el calor empieza a sentirse, terminado el primer problema porque un vecino del lugar ofrece un poco de combustible, este no de Oro Negro, sino de la bolsa negra. Un empujoncito colectivo, para seguir y camino de nuevo.

Transcurre el tiempo y la incertidumbre y la duda sobre si el viaje puede continuar, todos a la espera de llegar a la “autopista”, vía con menos dificultades.

Ya se anuncia el esperado tramo, ya se oscurece, los rostros cansados, la incomodidad presente, niños inquietos, el que no trae su pomito con agua promete no dejarlo jamás, no se ofrece en la red gastronómica, algunos a veces a 100 cup de los chiquitos en los puntos particulares.

Cuenta el viajero que ya a más de la mitad del camino el vehículo vuelve a detenerse bruscamente, de nuevo otra avería. Ante el desconcierto tras largo tiempo en ese cachivache la cosa se puso fea. El conductor se acerca a los viajeros:

—Bájense… hasta aquí llegó el viaje.

Se formó lo que se formó, ofensas, amenazas, los ayudantes dispuestos a enfrentar la protesta a como fuera. Algunos se lanzaron para abordar un tractor con carreta que transitaba por el lugar.

- Cuanto falta para llegar al próximo pueblo? -La respuesta de alguien que conoce el lugar,

- Estamos a menos de 144 Km, unas 90 millas.- aclara, no lo vemos porque está en apagón el batey intermedio. Los más jóvenes mochilas al hombro se ponen de acuerdo, seguimos caminando, nos vamos entrenando. Algunos de mayor edad se dirigen al conductor y sus ayudantes, para conocer la situación.

- No se preocupen, tranquilos estamos trabajando para resolver el problema, confianza… esta avería la vamos a resolver y ya estamos gestionando combustible. Además contamos con la ayuda del ingeniero,

- ¿De quién?. Ah no, ese se quedó desde el primer momento que se acabó el combustible.

El viajero que cuenta la historia… se arrepintió de seguir y regresó.

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