Crónica de un día cualquiera de un anciano en “el lindo Cabaiguán” al que le cantó Arturo Alonso, hijo ilustre del pueblo y prolijo autor musical
Vive en un barrio periférico, cerca de la calle de los coches, los hay pero no les está permitido tirar pasajes por las medidas para evitar el contagio de la Covid, pero no se les impide si Ud lo alquila para una carrera, aunque sea para trasladarse al hospital, aunque lleve 5 o 6 personas y te dicen, “abuelo” son 40 pesitos. Un número no determinado de cocheros se sienten bien con la prohibición establecida.
El anciano se actualiza a través de la radio sobre la pandemia, escucha los consejos del Dr. Duran que insiste sobre tener percepción de riesgo, sobre todo los adultos mayores, cifras altas de enfermos y con las correspondientes morbilidades que pueden conducir a la muerte, así lo demuestra cada día. Dice el viejito que no sabe cómo no salir de casa para resolver sus necesidades, pues no le escucha decir al médico, como resuelve sus problemas.
Tiene que ir al consultorio para pedir una receta de Dipirona, a la farmacia para ver si entro el Enalapríl, la Meformina, el Clopidrogel y otras, porque ahora por dificultades con el combustible la distribución es quincenal, y a veces no viene, pero ahora hace unos días se ha complicado más, porque como hoy sábado 5 de junio que temprano fue a la farmacia y ya se está haciendo la cola para si la semana que viene entra algunos de los medicamentos que necesita. Él además de hacer los mandados tiene que asumir las tareas del hogar, ir al punto de la agricultura para ver si traen boniatos u otra vianda. De paso llegar a la OFICODA, para actualizar la dieta, ya agotado de caminar porque en este tiempo hace un sol de…amablemente le informan con cariño que espere un momentico que la compañerita fue ahí al lado a un mandado—el local se encuentra junto a la tienda de MLC y sacaron helado, porque su niñito esta “loco por un heladito” y el pobre viejito “loco” por andar rápido, porque debe ir al banco a cobrar la chequera y la cola para el cajero esta de…decenas de personas esperan para poner dinero en la tarjeta. Quiere aprovechar y pasar por la notaria, para unos papeles de la propiedad, ya en el lugar decide dejar para otro día la gestión, ya que el portal, la acera y la escalera de acceso a la planta alta está llena de jóvenes fundamentalmente y la acera con decenas de motorinas y autos modernos, al fin pregunta si la cola es para la notaria y le responden a coro, más de 150 voces, no --abuelito—es para Cubanacan, que hace días estamos haciendo la cola. Después de algunas dificultades para permitir pasar, llega a la recepción, la compañera ha tenido la posibilidad de conectarse con el familiar, puede ser hijo, esposo o hija, que reside fuera y tiene que aprovechar, al fin, -mire joven yo, ………No mi tío, ya se dieron los turnos para hoy, venga mañana, pero bien tempranito, porque la cola es de …. p, pero mire no se preocupe por ahí hay unas personas que le hacen el “favor” de cogerle el turno y creo que si le dan algo resuelve. —¿Cuánto más o menos?, -no sé, yo oigo decir que puede ser 100 pesos.
Ya es tarde, no me da tiempo hacer el almuerzo voy a llegar a la pizzería, que me queda aquí al lado, ya se sabe que en la gastronomía es para llevar, solo una persona delante, en la mesa situada a la entrada, dos pomitos, uno que fuera de colonia Bonabel y otro de detergente, con el cloro correspondiente y la identificación del por ciento, pero seguro el producto permanece ahí desde que inicio la pandemia. ¡Compañera por favor!, --¿Qué hay?—ehhhh, usted no vé la pizarra, - no puede verla, porque esa está adentro del local, donde no hay acceso y de lado. El viejito se inclina y trata de leer la oferta, una hoja de papel de libreta escolar, y escrito a lápiz dice, PARA LLEBAR.
-Deme dos pizzas. –¿Eeehhhhh?. - Que me de dos pizzas. - ahhhh sí, con cariño, mire viejito demoran un ratico, la están preparando. No habían más clientes…es que ahora preparan las pizzas a la carta o decida irse por la demora.
Bueno en fin, más de la una de la tarde, el viejito no llevaba el vasito reglamentario, y no pudo tomarse ni un llamado “jugo natural” a 10 pesos que naturalmente es de refresco CORACAN o de otro paquetico, el asunto es que el natural vale más, supone que para esos están los inspectores que ahora dicen son de la DIS, según oyó decir el anciano, sí están trabajando, pero hay una disposición que no pueden ir a los puntos particulares si no es en comisión, le parece raro.
Decide irse a la casa, no ha resuelto nada de las gestiones, está agotado, en el parqueo al lado del parque infantil, si usted lector es de Cabaiguán sabe dónde queda, varias motonetas esperando alquilar y casi una decena de motonetas silenciosas, como dice el viejito, frente a la tienda de MLC y en el área del paseo
Señor, cuanto me cobra por llevarme a la Purita, usted es cabaiguanense, sabe dónde está, -Deme 30 pesitos, mi tío.
Que me achichare el sol, pero coj…por ese dinero llevo a cualquiera al hombro.
En el parqueo montando unas jabas que dejan ver a trasluz , espaguetis, refresco de pomos, champú y varios productos más, Mariaven, Lucia, que además del nombre “lucia” como si hubiese salido del aeropuerto, y dos vecinas más que ahora dicen que cambiaron de trabajo, están en lugar que le dicen “distancia”, pero se les ven todos los días en lugar de ir para el centro donde cobran, lo hacen casi a diario, o para las tiendas referidas, o para la cola del módulo en Oro Negro, o para el mercado, porque en fin, como ellas dicen, gracias a la Covid, están cobrando casi 3000 cup, firman una vez por semana, por esa variante, para que no estén en el trabajo, y se encuentran casi siempre, con el administrador o el económico de la oficina, de la empresa o entidad, …también en la cola.
Llega a la casa y ya casi termina el noticiero de la una, escucha el llamado a la eficiencia, la calidad en los servicios, la preocupación por la dirección del país, por eliminar del burocratismo, hacer más llevadera la vida de las personas, seguir luchando contra el bloqueo de los Estados Unidos, ahorrar los recursos etc. No todo el centenar de personas que compran en las tiendas de MLC y permanecen horas en las colas, rentas motonetas silenciosas, o de gasolina, una buena parte, lo hace. —y si usted vive en Cabaiguan, verá en los rótulos de los vehículos, lo mismo Azumat y no estamos en zafra, Minag y carros ligeros de Gelma por esos lugares no se cultiva, CCS de cualquier lugar, y esas tiendas se encuentran distantes de las naves de Acopio, y así otros y otros de empresas, organismos diversos y de todos los sectores.
Qué decir de los sábados en la tarde y los domingos, mire, y no es envidia con quienes lo hacen, fíjese cuántas y cuántas empresas y organismos del Estado tienen la costumbre de “Trabajar los fines de semana”, a veces los conductores de los vehículos no son el titular, los hay hasta en camisetas y con las vísceras de las gorras hacia atrás, chirriando las gomas, gastando el combustible, señores y escuchando a los héroes de bata blanca, que se dirigen a sus puestos, que en esos días, que están de guardia, esas personas tan trabajadoras y esforzadas no le dan “botellas”, y en algunos de los casos, desde los hospitales, solicitan al control de ambulancia el servicio para un “caso” y responden, …están paradas por falta de combustible.
El viejito exceptúa de esos trabajadores de los fines de semana, a los vehículos de la PNR, a quien debe priorizarse para que recorran el “lindo Cabaiguán” día y de noche, para que vean lo que verán y ayuden a cumplir el llamado del presidente, “Pensar como país”, y continuar luchando contra el bloqueo.
Reconocer y no conformarse.
En ocasiones se puede ver en la parada de la Purita, a mujeres embarazadas o con niños en brazos que han acudido al materno para una consulta y es triste ver cómo los vehículos a pesar de las gestiones de quien espera los conductores no se detienen para ayudar a cualquier hora una necesitada, se aprovechan de las medidas restrictivas para justificar no recoger a un ciudadano, pero más triste e inmoral es las veces y circunstancias que junto al chofer o en manos de quien acompaña porta una botella de ron . Y como la poesía de los zapaticos de Rosa, . . y dicen los que la vieron, un domingo en horas de la tarde, que no es malo, después del horario establecido para las restricciones de la población de a pie, en la casa de funcionario o funcionaria pública, tomar bebidas alcohólicas, dice el viejito que vive por el tejar, festejar escuchar música y divertirse, que es bueno el que pueda celebrarlo después de una semana de trabajo, pero carajo, tener frente a la casa un auto del Estado, para violar la ley conduciéndolo después de ingerir bebidas e impunemente circular por el pueblo.
En tiempos normales, tal vez eso no se cuestione, pero ahora, en momentos difíciles, donde debe imperar la austeridad la ley y el orden y recuperar la autoridad y el poder del pueblo, de esa forma sin respetar a los conciudadanos y con falta de madurez política, la sociedad continuara cada vez más por el camino del desorden y manifestando la frase, “esto no hay quien lo arregle”.
En esta crónica solo es ficción el nombre de las trabajadoras y trabajadores a distancia que suman centenas y centenas en este pueblo y se considera un logro por las condiciones de la pandemia pero ahí está una de las causas de la cantidad de personas que pueden hacer colas. No se incluyen sectores altos consumidores de combustible, que son motivos de comentarios, que no por el hecho de ser quien lo procesan tienen el derecho a la circulación sin control, de día y de noche de cualquier medio de transporte, a cualquier hora, día de la semana y cualquier gestión, no productiva. Si usted es de Cabaiguán sabe que a las cuatro de la tarde, pita la refinería, que los administrativos y técnicos recesan su labor, pero los conductores no recesan y no descansan, actúan como “dueños” de los medios.
Entonces como puede cumplirse con el necesario llamado al ahorro, a evitar el despilfarro, a comerse lo poco que le queda a la economía del país. El viejito de la crónica repite--- tanto nadar para morir en la orilla.