Punto de Vista. Reconocer no es conformarse. El Cuento de hoy, de la serie Cuentos variados.
Le ofrezco una versión de un cuento original del libro de mi autoría “Manuel y Musiño “. Andanzas por el veguerío. Fabulaciones y Refranes. El que puede obtener en la plataforma de Amazon. La Rifa. Por los años 50, fundamentalmente en los campos, se hacía frecuente la práctica de “la rifa”, vinculada a la bolita, se dedicaba un objeto, un animal una prenda y a vender papeletas. Bajo esa circunstancia Ñica una señora de un caserío campesino disponía de una potranca del esposo y al fallecer quedó a su disposición. Con ellos vivía la niña, toda una mujer a pesar de contar con pocos años, trigueña hermosa con una larga cabellera que en ocasiones trenzaba y el cuerpo como decían los vecinos que parecía hecha como las estatuas, todo un modelo y la vista de los jóvenes de la comarca y los poblados cercanos.
Con
limitaciones económicas, la madre se percata de que la rifa del animal
permitiría hacerse de algunos pesitos.
—Niña—, prepara 100 papeletas, y vamos a salir
por el batey y el poblado para rifar la potranquita, yo busco la soga y mañana
al amanecer salimos, tú la llevas de riendas y yo cobro, seguro terminamos
temprano y así llegamos al pueblo y te compras algunas cositas. Al salir el sol
y con el propósito de no coger tanto calor, ya la madre y la joven emprenden la
tarea. La muchacha conducía la potranquita y algunos de los hombres con quien
se cruzaban usaban jaranas en relación con la niña, algo así en ocasiones como
“la bella y la bestia”, o señora si la que se rifa fuera la niña, no tendría
que haber salido de la casa. Agradecían los comentarios y proponían las
papeletas. —mire señor por tres pesos se puede hacer de una buena bestia-,
amigo, se rifa... y así camina y camina y las miradas se fijan más en la
muchacha que en el animal. En el camino rumbo al poblado, Abundio, el conocido
isleño vuelve de regreso de la Habana, ha bajado del tren, se dirige a la casa
maletín en mano y desconocido por los vecinos, en los días por la capital se ha
convertido en habanero y jaranero. —muchacho, casi no te conozco con ese vestuario,
de dónde vienes?. —de la Habana, respondió—. ¿Y ustedes van pal’ pueblo?. ¿De
paseo verdad? ¿Llevan la potranca a herrar o a venderse?. Ni lo uno ni lo otro.
Se está rifando. Abundio mira de reojo a la muchacha, viene hecho un poblano.
Señora, a
quién rifa?, — A quien va a ser, a la potranquita. Ahhh, no , si fuera la Niña
le compraba todas las papeletas y ya.—.
La joven se
hace la desentendida y la madre:
-Pícaro
entonces usted quiere sacársela…! Abundio replica: sacársela dice usted!...un
hasta luego y sigue su camino.
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