Lecturas para el alma, la meditación y la risa

Lecturas para el alma, la meditación y la risa
Por: José Francisco Martínez Ortiz

jueves, 30 de septiembre de 2021

El sueño de Venancio.

 Punto de Vista. Reconocer no es conformarse. El cuento de hoy.Dela serie Cuentos variados. El sueño de Venancio.

Las aventuras de un sueño, a causa de una pastilla de relajante muscular combinada con media Amitriptilina, para dormir, no para los nervios, pues me contaba que nunca había padecido de eso. Pero le habían dicho que con eso por supuesto dormiría bien y posiblemente tuviera un buen sueño.

Me contó que un amigo le regaló el relajante y la media pastilla azul, confió en él y después de noches de desvelos, dormiría plácidamente.

Es verdad, al poco rato sentía que los músculos se le aflojaban, parecía que viajaba en una nube o tal vez una alfombra mágica. Decía que había sentido una sensación de vagar en el aire y el sueño llegó y con él “la soñadera”. Era un ave y volaba por el cielo azul. Subía y subió porque sus brazos de hombre de trabajo se le convirtieron en alas, se elevó muy alto, se dejó caer y comenzó a planear, —como hacen las auras casi en las nubes, en círculos—, retando las corrientes de aire en el espacio. Veía las casas y los edificios abajo, y se decía, que bueno las aves que están por encima de todo. Vio como se le acercaba otro pájaro, un bello ejemplar y comenzó a girar a su alrededor, se veía fuerte. —Comentaba—ya volaba junto él, al rato inició una danza extraña, y vio que se elevó sobre el, se posó y le clavó el pico en el cuello. Al sentir el picotazo levantó la cola y dejó que el ave hiciera su trabajo .Continuaron vuelo uno junto al otro, llegaron a un gran árbol y en una de sus ramas comenzaron a depositar hojas secas, yerbitas, prepararon un nido, según contaba horas y horas armando y desarmando, cuando estuvo listo, no estaba el otro pájaro. Confundido no sabía qué hacía ahí. Se sintió caer de lo alto, —sería una ceiba centenaria, por lo alta. Comenzó a sentir algo raro, había dormido más que el caraj. Se había quitado la ropa mientras soñaba, se pasó la mano por la nuca, sentía algo debajo de los glúteos, entre las piernas, tira la mano medio soñoliento y ahí estaba “el pato” metálico donde orinaba en la noche y reconoce que no sabe desde qué hora había dormido en el suelo. Más nunca quiso saber del Meprobamato con la Amitriptilina.

De nuevo Venancio, con la Amitriptilina, pero esta vez entera y pasada como si fuera otra, le habían dicho que se llamaba Viagra, se la ofrecieron por una cita, que tenía. Sin dudar la tomó entera llegó al lugar previsto, compartió un rato, conversando sobre diversos temas, dice que tomaron unos traguitos. Al día siguiente el amigo que le había regalado la pastilla le preguntó: Cómo te fue? —Bueno, bien!, la vi cuando llegó, pero no sé ni cuándo se fue...!

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