Punto de Vista. Reconocer no es conformarse. El cuento de hoy.Dela serie Cuentos variados. El sueño de Venancio.
Las aventuras
de un sueño, a causa de una pastilla de relajante muscular combinada con media
Amitriptilina, para dormir, no para los nervios, pues me contaba que nunca
había padecido de eso. Pero le habían dicho que con eso por supuesto dormiría
bien y posiblemente tuviera un buen sueño.
Me contó
que un amigo le regaló el relajante y la media pastilla azul, confió en él y
después de noches de desvelos, dormiría plácidamente.
Es verdad,
al poco rato sentía que los músculos se le aflojaban, parecía que viajaba en
una nube o tal vez una alfombra mágica. Decía que había sentido una sensación
de vagar en el aire y el sueño llegó y con él “la soñadera”. Era un ave y
volaba por el cielo azul. Subía y subió porque sus brazos de hombre de trabajo
se le convirtieron en alas, se elevó muy alto, se dejó caer y comenzó a
planear, —como hacen las auras casi en las nubes, en círculos—, retando las
corrientes de aire en el espacio. Veía las casas y los edificios abajo, y se
decía, que bueno las aves que están por encima de todo. Vio como se le acercaba
otro pájaro, un bello ejemplar y comenzó a girar a su alrededor, se veía fuerte.
—Comentaba—ya volaba junto él, al rato inició una danza extraña, y vio que se
elevó sobre el, se posó y le clavó el pico en el cuello. Al sentir el picotazo
levantó la cola y dejó que el ave hiciera su trabajo .Continuaron vuelo uno
junto al otro, llegaron a un gran árbol y en una de sus ramas comenzaron a
depositar hojas secas, yerbitas, prepararon un nido, según contaba horas y
horas armando y desarmando, cuando estuvo listo, no estaba el otro pájaro. Confundido
no sabía qué hacía ahí. Se sintió caer de lo alto, —sería una ceiba centenaria,
por lo alta. Comenzó a sentir algo raro, había dormido más que el caraj. Se
había quitado la ropa mientras soñaba, se pasó la mano por la nuca, sentía algo
debajo de los glúteos, entre las piernas, tira la mano medio soñoliento y ahí
estaba “el pato” metálico donde orinaba en la noche y reconoce que no sabe
desde qué hora había dormido en el suelo. Más nunca quiso saber del Meprobamato
con la Amitriptilina.
De nuevo
Venancio, con la Amitriptilina, pero esta vez entera y pasada como si fuera otra,
le habían dicho que se llamaba Viagra, se la ofrecieron por una cita, que
tenía. Sin dudar la tomó entera llegó al lugar previsto, compartió un rato,
conversando sobre diversos temas, dice que tomaron unos traguitos. Al día
siguiente el amigo que le había regalado la pastilla le preguntó: Cómo te fue? —Bueno,
bien!, la vi cuando llegó, pero no sé ni cuándo se fue...!
No hay comentarios:
Publicar un comentario