Lecturas para el alma, la meditación y la risa

Lecturas para el alma, la meditación y la risa
Por: José Francisco Martínez Ortiz

jueves, 15 de diciembre de 2022

Satisfacción y nostalgia, paradojas de la vida cotidiana en Cuba.

Punto de Vista. Reconocer no es Conformarse. El tema de hoy: Satisfacción y nostalgia, paradojas de la vida cotidiana en Cuba.

 Del encuentro con Manuel, uno de los personajes del libro de mi autoría Manuel y Musiño. Andanzas por el veguerío, fabulaciones y refranes. - Ya con 90 años fui a su encuentro, lúcido y aún conserva en la memoria la anécdota que hice mención en el referido libro en el cuento Título, del que fue protagonista. Se lamenta no poder disponer del ejemplar por no estar publicado en Cuba y su contenido es totalmente sobre fabulaciones y refranes protagonizados por los inmigrantes canarios (isleños), en la zona de la región central del país, con mayor incidencia en Cabaiguán. De nuevo como en la primera ocasión después del brindis del café criollo (me dice que el de la bodega no ha llegado el del pasado mes) ese lo compra a alguien que lo trae de Fomento a 200 cup la libra. Me contó sobre Título, nombre del nieto que atendió al visitante, quien interesado en conocer por qué ese nombre, le contó la razón. Pudo estudiar becado, se hizo profesor, fue a dar clase al extranjero y se quedó por allá. —Maestro, dice con reverencia, usted sabe que tuvimos 5 hijos, dos hembras y tres varones. La mayor, la madre de Título, se graduó de costurera en la Habana en los primeros años de la Revolución, de allá vino con el niño, después los otros cuatro, esos si estudiaron en escuelas de verdad y se hicieron profesionales gracias a esto que empezando por mi aprendí a leer y escribir y llegué hasta sexto grado.

—Rico el café, muy bueno señora, gracias.

— Ahhh! Y no tiene chícharos, esos nos lo comemos.

Foto tomada de internet. Cafe mezclado con Chicharo Hola.

—Bueno continúe Manuel es una historia muy interesante. — Si que lo es-afirmó-, le cuento el segundo estudió pa médico y trabajó aquí en el consultorio y después viajo a un país de África en un Contingente de eso, estuvo por allá unos años, compró esta casa que usted ve, se fue de nuevo y se quedó a vivir por,...queda pensando. La esposa le recuerdan; viejo, en Portugal. Si, si ahí, ha venido dos veces a vernos. La tercera, hembra más viva que el caraj... en la Universidad se empató con un extranjero que vino a un evento. Ahora vive en Barcelona. Verdad vieja?. Esa no ha venio nunca, el otro estudio algo de política, y esas cosas, fue al servicio y se quedó y alcanzó grados, está muy bien de dirigente o gerente como se dice ahora, en una de esas compañías de dólares que es de los militares. Si lo vemos algunas veces cuando viene de visita a las tiendas esas en el pueblo.

—Ay el último, el más chico estudioso también, le gusta la economía, se hizo Técnico en eso, hablaba de lo que aprendió y muy interesado en el dinero. Un día casi me da una clase porque había pensado ser profesor en el Politécnico donde estudió. Me explicó sobre algo así como el “plus que valía” y de una forma que hay de ganar más de hacer crecer el dinero. Era fanático a eso. Te fijas ninguno pegó en el campo como yo.

—Vieja, tráeme embarrito con agua y la pastilla de “ napril” — maestro, quiere un vasito?.

—No, gracias Manuel . Toma unos buchitos con la pastilla, dice que para la presión. Se pasa las manos por los ojos. No insistí en que continuara la narración. Adivinaba que algo pasaba, me había dicho que era. Unos minutos de silencio. —Tienen una casa muy buena, grande, con todo. Si, ! No se parece a aquella de la historia de Título allá por la montaña, estaba más mala pero éramos felices. Ahora la esposa con más de 80 años, fuerte, reflexiva y asentada comenta:

— Es verdad hijo, la casa está muy buena, no tenemos escasez de dinero, pero oiga tener cinco hijos, vivir juntitos y compartir sin tantas comodidades pero felices y satisfechos y mire ahora, solos sin el nieto que criamos desde que nació y con la nostalgia de la ausencia.

Sigo pensando por la situación del más nuevo de los hijos, pero no intento averiguar, las palabras del anciano me ratifican la ausencia, aunque no la causa. Al fin Manuel se ha tomado un tiempo y de nuevo continúa:

—Como te decía, el muchacho nos dijo que iba a ir a la Habana, para ver el hermano y estaría unos días por allá que no tuviéramos preocupaciones. Como viejo al fin me di cuenta que la despedida no fue como otras veces que ha ido. A unos días nos comunicamos con el gerente si sabía que su hermano regresaría pronto.

—Viejo los quiero, estamos bien, desde que tenga un chance iré por allá, siempre estoy enredado con el trabajo. Mi hermano me llamó. Un breve silencio. Pero dice que está bien, que hizo buen viaje a Jamaica y de ahí a Nicaragua que ya pasó la frontera y el otro hermano de nosotros lo va a buscar, el médico. Repentino silencio, lagrimas ruedan por el rostro del viejo Manuel, la esposa se pasa el blanco mantel por los ojos llorosos y lentamente se dirige a la cocina. Bajo un profundo sollozo me dice: maestro le traigo otro poquito de café. 

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