Punto de Vista. Reconocer no es conformarse. El cuento de hoy. Ahora viajamos en el tiempo al poblado de Paredes en el entonces término municipal de Sancti Spíritus, iniciamos el recorrido hasta los primeros meses de la década del 60 del pasado siglo.
El poblado que refleja el Macondo de Cien años de soledad, del escritor colombiano Gabriel García Márquez (ver foto de una de las calles de esa época), la conocida “Callancha”, o calle ancha.
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Callancha |
En medio de esas condiciones y con fuente de empleo
sólo en tiempo de zafra y el resto el llamado “tiempo muerto”, existían en el
poblado comercios, bares, Casillas refresqueras kioskos y tiendas de productos varios
y una red de comunicación respetable.
Les contaré
en detalles la infraestructura en medio de la pobreza, hasta el inició de 1960.
Este cronista nació y convivió en el lugar hasta finales de la década mencionada.
Los comercios, una gran tienda de víveres de Ignacio Choy, chino asentado en el
barrio, una construcción de tabloncillo y tejas francesas, espaciosas, limpias
y surtidas. La tienda de Soroca, polaco que eligió el lugar para su comercio. La
tienda de Gustavo, paredeño con una variedad de productos y el embarque de
huevos y pollos semanales hacia la Habana por la vía del ferrocarril. La tienda
de Benito, otro emprendedor de la localidad, el Kiosco de Raúl, con variedad de
ofertas para escolares y toda la población, ahí encontraba el popular pan con
timba, el queque criollo y el habanero, la tortica de dulce de coco o de leche
criollas, atendidas por la familia, y la tienda de Florinda donde podía
encontrar desde un pomito de perfume Parami, carretel de hilo de cualquier
color, cortes de tela, un rollizo de esparadrapo o un pomo de leche de magnesia
Philips, o un tubo de pasta Colgate. Para viajar hasta Sancti Spíritus, se
disponía del conocido Gascar, con tres viajes diarios de ida vuelta desde la
ciudad de Zaza del Medio hasta el puerto de Tunas de Zaza, con un paradero en
Paredes, la puntualidad en primer lugar, no fallaba. Una piquera de autos
privilegiada, les digo: un Ford del 48, de Felique, mientras más tomaba, mejor
manejaba, un Chevrolet del 54, de agencia, negro como una azabache, de un joven
hijo de Benito, un Pontiac del 56 de un descendiente de isleño que no le
gustaba el trabajo del campo, un hermoso Chevrolet del 57 de Rafelito, blanco
reluciente, todos por el precio de 60c, competían en una piquera a gusto del
viajero, un auto del cual no recuerdo la marca, de Asio Morgado, un modelo
rarísimo, (para el barrio) y un auto Pakard del 38) para viajes interno en
fiestas de campo. La competencia del ferrocarril era fuerte, solo 15c y a la
hora exacta.
Para la
recreación, tres bares, dos con máquinas traganikel o victrolas y uno con un
flamante billar, y una refresquera de jugos naturales, de piña, chirimoya, tamarindo, naranja y una
guarapera todo por 5c en un vaso de esos llamados gallegos, además de una balla
de lidia de gallos finos y una tirada diaria a las seis de la tarde de la
“bolita”. Así transcurrió la vida en el macondo paredeño. El mayor grado de
escolaridad que se podía alcanzar era sexto.
Otra
curiosidad, Ud. podía apreciar en las calles una puerca parida con varios
lechones y ella sólo sabía a quién pertenece, así las aves de patio en patio; y
como no había fluido eléctrico, se aprovechaba en las noches el aire natural y
las ventanas permanecían abiertas. La zona de esparcimiento era el área del
ferrocarril, unas lomitas de pasto verde, donde tirarse en lomos de yagua secas
era un espacio para los niños mientras los adultos esperaban a un familiar en
el Gascar de las cinco. Tal vida citadina se interrumpe en 1960. Se arregla el
camino vecinal y desaparece la piqueta de máquinas cuando se crea la conocida
ANCHAR. Solo queda el Gascar. Donde radicaba el
bar-billar-refresquera-guarapera se establece “la tienda del pueblo“ por
supuesto las demás desaparecen. La balla de gallo deja de existir y el bar pasa
a un comercio de gastronomía, con servicio y ofertas limitadas, los dos
restantes.
Desaparecieron.
Continúa el desarrollo y el mítico Gascar sede la vía a una locomotora con tres
o cuatro coches, sin ventanillas, asiento de tablas estrecho y no le pusieron
puertas, o mejor dicho quedan abiertas, un problema en tiempo de lluvia y de
frío. Lo que se compraba en la tienda de Florinda, había que ir a Sancti Spíritus
para adquirirlo.
Como parte
del desarrollo, se construye una gran nave y las mujeres tienen empleo, decenas
se incorporan a la llamada Fábrica de especias “Esteban Hernández” se trata de
una envasadora, tuvo que ser cerrada por el costo de importar desde China las
especias. Hoy es una panadería y la fuente de empleo femenina es un taller de
artesanía (fábrica de sombreros de guano), pero es difícil traer el guano desde
la costa.
Se asigna
un ómnibus para el transporte y llegar hasta “la Caoba”, se asfalta el camino
hasta el entronque de Guasimal y ni Caoba ni Paredes. Entra en juego el
transporte de ”guarandinga”, conocidos ahí como peseros, al cobrar ese precio
en un viaje desde y hasta Sancti Spíritus, avanza el tiempo y el tren, casi
nunca viaja, falta de combustible o desperfecto técnico o mal estado en la vía
y el día que viaja, (casi siempre una vez), si está programado para llegar a
las 10 am, a las dos o las tres se aparece y no preguntéis sobre él, porque te contestan
:”no sabemos”, ahora cuenta con un policlínica, tuvo hasta ambulancia, en la
actualidad hay que pedirla a Sancti Spíritus. (Ahora por las restricciones ni
un medio ni otro, ir a salir desde ahí es imposible). No quedó un bohío de
guano (foto del 2020, de la misma “Callancha”. Quien escribe esta página, en
las noches coimeaba en el billar (apuntar los resultados y cobrar la mesa). De
ahí salí muy joven, el lugar no se parece a cuando fui niño, cambió con el
desarrollo. En otra página me referiré al tránsito por esos primeros años de
los 60 de jóvenes soviéticos que en el periodo conocido como Crisis de Octubre
en las noches iban al poblado a comer cuadritos de pan viejo y alcohol, estaban
en una base de cohetes a dos leguas del barrio. En la finca que era de mi
abuelo estaba emplazada la instalación militar.