Lecturas para el alma, la meditación y la risa

Lecturas para el alma, la meditación y la risa
Por: José Francisco Martínez Ortiz

lunes, 4 de octubre de 2021

De Beltrán sus ocurrencias. -

 Punto de Vista. Reconocer no es conformarse. El cuento de hoy. De la Serie Cuentos variados. 

No diré posiblemente, afirmaré que en toda la comarca, rica en tradiciones, de prolíferos escritores, de anécdotas y fabulaciones cargadas de humor sobre isleños, no ha existido alguna persona que supere las ocurrencias de Beltrán, pues su vida misma era una ocurrencia, de ello dan muestras quienes lo conocieron y sus hijas. Bien daría un libro, que no conozco si alguien ha escrito sobre sus jaranas, chistes y en sí, sanas y alegres ocurrencias. En el espacio de ayer traté dos de ellas, pues en cualquier lugar de este “lindo Cabaiguán” es muy fácil escuchar comentarios sobre sus cosas.

 Hoy les ofrezco de las tantas una que ha tenido decenas de versiones y por supuesto no faltan quienes hasta juran que conoció de ellas. Tenía una camioneta, la lleva a unos mecánicos amigos para una reparación, conocedores de sus locuras acondicionan un desecho volante ( timón ) y lo acondicionan al lado contrario del conductor. Ni más ni menos algunos ubican el hecho en la lo

ma del rio Zaza en el estrecho puente del Saltadero, familiares allegados lo refieren camino a Punta Diamante, por la carretera central, es posible ocurriría en ambos lugares.

Recoge una señora de cierta edad de botella, a poco andar inicia la conversación, para lo que era fácil, le muestra el timón que a la viajera le resulta extraño, ya apercibido de ello, le comenta: — señora, no se extrañe con ese timón, está ahí porque padezco de unas cosas que me dan y pierdo el control y no puedo manejar—.!no me diga, y le pasa frecuente?. Si, últimamente bastante, pero no se preocupe yo me doy cuenta cuando me va a pasar.—ahhhh bueno eso es diferente, porque eso debe ser del carajo!. —y cómo le empieza señor?.

—Mire, como una picazón en la cabeza, me da por rascarme, se me nubla la vista y así..—seguro usted para el carro enseguida que se siente algo. —no que va pa eso está el timón ahí, le aviso al acompañante y seguimos, por eso siempre recojo alguna persona. —No averigua primero si sabe manejar—? —no hombre no,! Imagínese usted si yo al montarla le pregunto eso.— tiene razón, es verdad.

La mujer comienza a hablar en voz baja. —Qué hace, usted habla sola?, — no hombre, no !, estoy rezando porque no le pase nada. El silencio en el transcurso del viaje, la mujer lo mira, le observa todos los movimientos no dice palabra.

Un pequeño giro, las manos a la cabeza, se rasca una y otra vez, la mujer comienza a sobresaltarse, toma la agarradera de la puerta, el le dice: no toque eso si la puerta se abre se caerá. De pronto, tome el timón, rápido que no veo, pero dele, maneje, maneje, hace como que va a soltar el del y le lleva la mano al otro timón. Pare, pare, yo me quedo aquí, hasta aquí yo venía. —dele, dele verá que sabe manejar. En medio de la tragedia al fin la vieja agarró el timón con las dos manos, el intencionadamente hacia algunos giros. Mire palante, siga, siga gracias a Dios que maneja bien. Va deteniendo la marcha, hace como que se recupera. — Espere a quedarse bien, ya me siento mejor manejando, es verdad que en caso de apuros pasa cualquier cosa.

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