Lecturas para el alma, la meditación y la risa

Lecturas para el alma, la meditación y la risa
Por: José Francisco Martínez Ortiz

jueves, 12 de enero de 2023

“Barriletes y papalotes” y un cuento de amor.

 Punto de Vista. El tema de hoy. “barriletes y papalotes” y un cuento de amor.

Papalotes, Imagen tomada de internet.

 Qué niños de poblados y barrios de zonas rurales y periferias de ciudades y con suficiente juventud acumulada no empino una “chiringa” o un barrilete como se conocía en mi zona el “papalote” y dar carreras y más carreras tratando de elevar ese artilugio de papel de tienda (el conocido entonces como papel de envolver) y varillas de pencas de coco o güines de caña de azúcar, pegados con almidón de yuca o semillas de ateje maduros, con el rabo (o cola, que en este caso es lo mismo, pero en otras no son sinónimos ) de tiras de tela de cualquier tipo y color, que en ocasiones el poco aire no permitía elevarse. Sobre el tema se conocen algunos números musicales, el más popular el de los grupos danzaríamos; cómo se empina el papalote, dándole vuelta al monigote. Y de la conocida cantautora Liuba Maria Hevia, que dice: “Un papalote terco, muy terco, que no quería perder el tiempo, quiso ser pájaro y recorrer el ancho cielo en un dos por tres,[...]. Les ofrezco una versión de un cuento que hace muchos años escuché del que no ha sido posible certificar la autenticidad de la historia, puede que haya sido un sueño de algún periodista o escritor o de la tradición oral. ( de donde la tomé ) . Se puede imaginar lo ocurrido que dio origen a la narración, si se ha conocido a un niño que soñó empinar papalote o chiringa o le gustaba y le inventaran cuentos para dormir. Les aseguro eso es una de las funciones más inolvidables, única que no se olvida. Lo digo por experiencia, no puedo imaginar cuántos libros para niños hubiese escrito en los años que dediqué a esa función para hacer dormir a las nietas, que nunca me aceptaron que les repitiera algunos. — Entonces ahí les va la versión del cuento de profundo amor: Había una vez un papalote que tejió con sus hilos una historia de amor. La muchacha estaba enferma, alejada de su joven enamorado unos cuantos kilómetros, languidece no solo a causa de la dolencia que aquejaba a su cuerpo, sino también por no tener noticias de su amado. El no se confirmó convencido de que en sus manos estaba salvarla. Para hacerle saber cuánto la quería decidió escribirle a través del cielo, tan alto que se acercara a las nubes, tanto que desafiara el vuelo de las aves. Todas las tardes ella recostaba su frente afiebrada contra el marco de la ventana y en una de esas ocasiones descubrió tras la copa de una distante ceiba, algo que subía y subía compitiendo con los penachos de las palmeras. En un gigantesco hexágono de papel flotaba una T coloreada de un intenso azul turquí. A partir de entonces cada día a la misma hora una nueva letra asonaba contra el ocaso a veces dibujada con el color de los girasoles, otras con el verde de los árboles en primavera, en una oportunidad tan rojo era el rojo elevándose que parecía que el horizonte se incendiaba.

No hicieron falta todos los colores del arcoíris, como ese con el que me identifico. Solo cinco y cinco los días para cambiar el rostro de la muchacha. Cuando la O la última de las letras, ondeó desplegándose en redondo círculo violeta, todas las ansias y la felicidad de vivir de la joven no cabían ya en aquella redondez que subía y subía. Una sola frase, retando altura y distancias, había bastado: “TE AMO “.Un artilugio de papel y varillas elevándose hacia las nubes puede resultar inolvidable, de acuerdo con el viento con el que se mire. Prepárate para empinar tu papalote y embridar el aire, y poder decir como el trovador: Solo el AMOR engendra la maravilla y otra frase también de otro tema musical: SANTA PALABRA. Ya buscaré el papel amarillo, las varillas de pencas de coco, el almidón o las semillas de atejes, con los recortes de tela para la cola y un infinito cordel para empinar el papalote.

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