Punto de Vista. Reconocer no es conformarse. El Cuento de hoy. De la serie Cuentos variados. -
Pasa
Mirringuita. En una casa de un poblado de campo, había una perrita pequeña,
peluda, suave y cariñosa, bueno, en las casas de campo es normal que haya un
perro, casi siempre grandes, criollos como suele decirse para cuidar del patio
en las noches y auxiliar al amo en el día en los trajines de los demás
animales, desde agarrar una gallina, pastoreando una res en el potrero,
alertando ante forasteros.
En las
ciudades, perritos de razas, pequeños, mascotas urbanas, grandes como pastores,
labradores y las mil y una variedades. Y no faltan los que merodean por las
cafeterías, kioskos, portales de comercios y deambulan por las calles y
vertederos buscando sobras de lo que sea, es decir llevando una vida de
“perro”. Esa historia se repite desde Oriente hasta Occidente. Nombres,
diversos. León, Campeón, Rinti, Canelo(a) y Moti, Lia, Candiña y miles más. Sobre
perros un refrán que de niño aprendí, “según sea el perro, se le da el
turronazo “, “perro que ladra, no muerde “ y más. Como decía una vecina, perro
criollo, sato, o chulo en la calle, atrás de las perras, no tienen dueño. Perro
con collar y de raza tienen amos. Así les cuento la historia de Mirringuita, la
pequeña, peluda, suave y cariñosa perrita de una casa de un poblado de campo. Como
ocurría hace muchos años, algunos de ustedes lo conocieron como este autor, las
visitas a la novia se hacía generalmente los miércoles y domingos, a la vista
de la “vieja”, que aprovechaba para tejer o zurcir la Rolpa en ese horario y de
vez en vez, la correspondiente garraspera que anuncia estar viendo algo raro,
como si a la chica la picaran las santanicas, esos bichitos que pican más que
el caraj. En una de esas visitas el novio en el almuerzo había comido,
chícharos huevo hervido, boniatos ensalada de aguacates y un vaso de leche al
final, ya en la noche, irresistibles la ventazón. A la vieja le llega el aire
contaminado, el novio trata de disimular, Mirringuita, cariñosa comparte la
visita debajo del sillón, ya conocido el visitante. El hombre repite, la vieja
alerta al animalito.— pasa Mirri,. Que alivio siente el novio al saber que
tiene la perrita acostada debajo, descarga con más fuerza el viento, en fin la
vieja la está azorando. Otro más y —pasa Mirringuita, que te van a cagarrrr.!
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